Estados Unidos ha puesto punto y final este domingo a su cooperación con el tratado de Cielos Abiertos, seis meses después de anunciar su retirada del acuerdo, que abría la puerta a que los Estados miembro realicen vuelos de observación –con aeronaves desarmadas– para obtener información de primera mano sobre las actividades militares sospechosas de otros países, en aras de la transparencia y la confianza mutua.
El acuerdo fue negociado hace tres décadas y, según hizo saber Washington en su momento, Moscú lo ha incumplido al no permitir la vigilancia sobre localidades como Kaliningrado o la frontera con Georgia, donde podría estar desplegando armas nucleares o realizando grandes maniobras militares.
En cambio, Washington considera que las fuerzas rusas se están aprovechando del tratado para obtener información sobre infraestructuras norteamericanas clave.
A principios de este mes, el ministro de Relaciones de Rusia, Sergei Lavrov, exigió garantías por escrito a los miembros restantes de la OTAN de que los datos que recopilen a partir de ahora no se compartirán con Estados Unidos, antes de avisar de que las bases estadounidenses en Europa no quedarían al margen de las misiones de vigilancia rusas.
Con esta medida, ya son tres los acuerdos militares rotos por Trump desde su llegada a la Casa Blanca, después de sacar a Estados Unidos del pacto nuclear con Irán y del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio suscrito con Rusia. Sin mencionar la retirará del Acuerdo de París sobre cambio climático aprobado por 195 países en diciembre de 2015.
“Para cumplir mi solemne deber de proteger a EE.UU. y sus ciudadanos, Estados Unidos se retirará del acuerdo climático de París”, señaló Trump desde los jardines de la Casa Blanca.