Rueda informativa ofrecida por la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, Moscú, 4 de junio de 2020
En la situación extremamente grave a raíz de las medidas restrictivas por parte de EEUU, las autoridades legítimas de Venezuela se esfuerzan luchando contra la epidemia del coronavirus.
El pasado 1 de junio, el Gobierno de Nicolás Maduro y los representantes de la oposición en la Asamblea Nacional, con la participación de la Organización Panamericana de la Salud, firmaron el documento de cooperación para combatir la epidemia. Se trazaron los principales lineamientos de tal cooperación. Consideramos importante que los propios venezolanos hayan logrado este acuerdo con el concurso de la delegación regional de la OMS. Esto confirma una vez más la importancia de esta organización internacional especializada, de su contribución a las relaciones internacionales durante la pandemia y de su lucha para detenerla.
Al dar un primer paso, aún muy discreto, para acercarse, las partes venezolanas demostraron que son conscientes de la necesidad de entablar la cooperación para superar la amenaza común. Esta actitud coincide completamente con nuestras expectativas desde el inicio de la propagación del COVID-19 en Venezuela. A estos primeros intentos de establecer la confianza y la comprensión mutua, les deberá seguir la cooperación práctica en aras de solucionar los problemas económicos, sociales y políticos urgentes.
La mayoría de los miembros de la comunidad internacional se solidariza con Rusia en que para normalizar las situación hace falta un diálogo pacífico e inclusivo entre las propias partes venezolanas. Pero se mantienen las diferencias, a veces importantes, en cuanto a los planteamientos de cómo contribuir a la solución de los problemas del país en cuestión.
La primera y, tal vez, la crucial: la posibilidad de emplear fuerza contra el Estado soberano de Venezuela. Nosotros cumplimos estrictamente las normas del Derecho Internacional y calificamos de inadmisible el propio planteamiento de semejante posibilidad.
Pero existe otro punto de vista, resumida en la fórmula de «todas las opciones están sobre la mesa». Su partidarios no tienen prisa por abandonarla a pesar del fracaso de varias aventuras anti venezolanas con el empleo de fuerza. Recientemente se anunció oficialmente que al territorio de la vecina Colombia desde EEUU se enviarían las unidades de asistencia a las fuerzas de seguridad. Se trata de varios centenares de los llamados asesores militares, con experiencia de servicio en Afganistán. Es la primera vez que se envía esta clase de especialistas a América Latina. Es difícil de confiar en que se dediquen, según lo anunciado, a asistir a garantizar la seguridad. Su estancia en las inmediaciones de Venezuela es una señal de que en cualquier momento podremos asistir a una nueva penetración ilegal en el país. Esto provoca una seria preocupación. Las declaraciones del jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de EEUU, el almirante Craig Faller, de que, además de contrarrestar los fenómenos ilegales en la región, las fuerzas en cuestión se ocuparán de promover ciertos «ideales y valores», no pueden ser percibidas de otra forma que una amenaza encubierta y provocación.
El segundo momento. Los representantes de la Administración de EEUU a menudo se pronuncian a favor del diálogo venezolano de alcance nacional. Pero al mismo tiempo, cada vez plantean unas condiciones a sabiendas inadmisibles. Por ejemplo, de que Maduro debe retirarse. Es la fórmula tradicional de interacción entre EEUU y los Estados soberanos, cuando hay algo que a los estadounidenses no les gusta. Otra condición que plantean es que Venezuela suspenda la cooperación con Cuba y otros países. Pueden ayudar a Venezuela sólo los aliados «correctos». Lo volvió a declarar recientemente el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, esta vez desde la tribuna del Instituto Empresarial Americano. La línea de inculpar siempre a una parte y declarar que la otra, indudablemente, tiene razón, conduce a un atolladero. EEUU están siempre al acecho para frustrar cualquier paso constructivo incipiente en dirección correcta, cuando las fuerzas venezolanas buscan acercamiento e intentan palpar las posibilidades para los compromisos. En seguida se bloquea.
El tercer momento importante. En la anterior rueda informativa hablamos en detalle sobre el negativo impacto que dejan en los ámbitos económico y social las medidas restrictivas unilaterales impuestas a Caracas. Prestamos una especial atención a este tema, ya que es uno de los ejemplos más escandalosos de violación de las normas del Derecho Internacional, agravada por la situación epidemiológica, ya de por sí complicada, en el mundo. Estas medidas en medio de la pandemia, son especialmente cínicas y antihumanas, por impedir que las autoridades venezolanas abastezcan en pleno volumen a la población de medicamentos y otros recursos necesarios para combatir la infección por coronavirus.
Persiste la presión con sanciones. Rebasan todos los límites admisibles las recientes «advertencias» de la Administración de EEUU a los «gobiernos de todo el mundo» contra cualquier ayuda a los suministros a Venezuela del combustible iraní. A las amenazas anteriores a las aseguradoras y propietarios de buques, se suma ahora la intimidación por Washington de las administraciones portuarias y capitanes de buques. El Departamento de Finanzas de EEUU uno de estos días completó la lista de restricciones al incluir en ella cuatro compañías navieras que participan en la transportación de combustible a Venezuela. Me permito hacer esta pregunta: ¿acaso el deseo de conseguir estos objetivos coyunturales justifica cualquier medio? Nosotros, sin duda, condenamos semejante práctica ilegal. Exigimos poner fin a semejantes acciones contra un Estado soberano.
Cabe recordar que la prioridad actual de Venezuela es superar las contradicciones internas y la desconfianza. Exhortamos a todas las fuerzas políticas responsables de este país a entablar el diálogo nacional inclusivo a base de los principios democráticos y de acuerdo con la legislación nacional. La lucha contra el COVID-19 requiere unos esfuerzos conjuntos. Está por llegar un «gran acuerdo humanitario». Estamos dispuestos a apoyar la decisión política que elaboren los propios venezolanos, y a prestar la ayuda constructiva para su implementación respetando plenamente la soberanía de Venezuela.