El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, fue acusado el jueves de cargos relacionados con corrupción y soborno, según múltiples informes de la prensa israelí e internacional.
El anuncio oficial vendrá de Avichai Mandelblit, fiscal general de Israel, el jueves por la tarde. Los cargos son graves, relacionados con tres casos de mala conducta financiera y política, y conllevan la posibilidad de prisión. Esta no es una amenaza ociosa: el ex primer ministro Ehud Olmert quedó atrapado en un escándalo de soborno durante su mandato a fines de la década de 2000, y finalmente cumplió más de un año en prisión.
Esta acusación se esperaba desde casi principios de año. Pero ahora que finalmente está sucediendo, las implicaciones son absolutamente masivas. Netanyahu ha estado en el cargo desde 2009, asumiendo el cargo poco después de que Olmert renunció en desgracia, y con el tiempo se ha convertido en una figura cada vez más autoritaria.
Dos de los casos en su contra involucran intentos de cortejar corruptamente a los medios, utilizando favores de política para obtener una cobertura más favorable. Las acusaciones formales representan el sistema legal israelí contraatacando sus tendencias antidemocráticas.
El anuncio también llegó en un momento crucial en la política israelí: las secuelas de una elección no concluyente. Ni el partido derechista Likud de Netanyahu ni su principal rival, el partido centrista Azul y Blanco, han podido formar una coalición gobernante. Las partes habían estado en conversaciones para aliarse entre sí y formar una coalición de unidad nacional, pero uno de los puntos clave ha sido el propio Netanyahu. Quiere mantener el trabajo superior en cierta capacidad, mientras que los líderes Azules y Blancos se han negado rotundamente a permitir que lo haga mientras una acusación aún está sobre la mesa.
Ahora, con la acusación formalmente presentada, será más fácil para los rivales de Netanyahu dentro del Likud abandonarlo y luego unirse a la coalición con Azul y Blanco. Por lo tanto, este anuncio podría significar una doble condena para Netanyahu: primero perder su trabajo, luego perder su libertad.