El presidente Ivan Duque y su partido del Centro Democrático (CD) sufrieron una humillante derrota en las elecciones locales de Colombia el domingo.
El partido de extrema derecha de Duque y su mecenas político, el ex presidente Álvaro Uribe, fue prácticamente borrado del mapa político en un derrumbe electoral.
Incluso en Medellín y en la provincia de Antioquia, los llamados “uribistas” perdieron la carrera para gobernador y fueron derrotados en la gran mayoría de los municipios.
La implosión uribista
Duque y su mecenas político tardaron poco más de un año en destruir virtualmente las estructuras de poder regionales que les tomó a los uribistas años construir.
En Bogotá, la defensora anticorrupción Claudia López ganó las elecciones y asumirá la segunda posición política más poderosa del país el 1 de enero.
Medellín eligió a un crítico abierto del alcalde de Uribe, un escenario que era impensable hasta el domingo.
Los candidatos anticorrupción, y las élites regionales y locales sin afinidad con el partido de extrema derecha del presidente, han tomado el control de las oficinas del gobernador y los ayuntamientos de Colombia.
Todavía no está claro cómo afectará esto a las elecciones de 2022; Muchos de los vencedores locales son desconocidos y no están afiliados a una ideología política o partido tradicional.
A nivel provincial, el poder parece haberse desplazado hacia las fuerzas regionales o coaliciones de partidos que en el Congreso conforman el bloque de votación de centroderecha que, a diferencia de Duque y los otros uribistas, está a favor del proceso de paz del país.